The Holy Spirit, who came upon Jesus at his baptism, who came upon each of us at our own baptism, plays two major roles in today’s Gospel. First, the Holy Spirit is the one who leads Jesus out into the desert. Jesus’ forty days in the desert recall the Israelites’ journey of forty years. Unlike the Israelites, who grumbled about their hunger, chose to worship other gods, and wished they were back in Egypt, Jesus was able to resist temptation. Which brings us to the other role played by the Holy Spirit, the role that may be overlooked even though it is revealed in the first five words of today’s Gospel: “Filled with the Holy Spirit” (Luke 4:1). Filled with the Holy Spirit, Jesus was able to resist every temptation the devil offered. Each temptation was an opportunity for Jesus to use his divine power for his own benefit. This is not why God became human. This is not why Jesus was sent. Just the opposite; he came not to save himself, but to save others. We too received the Holy Spirit. We too are filled with the Holy Spirit. Therefore, we too can rely on the Holy Spirit, God’s presence within us, to help us resist temptation.
How are you able to resist temptation?
El Espíritu Santo, que vino sobre Jesús en su bautismo, vino sobre cada uno de nosotros en nuestro propio bautismo, desempeña dos papeles principales en el Evangelio de hoy. Primero, el Espíritu Santo es el que lleva a Jesús al desierto. Los cuarenta días de Jesús en el desierto recuerdan el viaje de cuarenta años de los israelitas . A diferencia de los israelitas, que se quejaron de su hambre, optaron por adorar a otros dioses y desearon haber vuelto a Egipto, Jesús pudo resistir la tentación. Lo que nos lleva al otro papel desempeñado por el Espíritu Santo, el papel que puede pasarse por alto a pesar de que se revela en las primeras cuatro palabras del Evangelio de hoy: “Lleno del Espíritu Santo” (Lucas 4:1). Lleno del Espíritu Santo, Jesús pudo resistir toda tentación que el diablo le ofreció. Cada tentación era una oportunidad para que Jesús usara su poder divino para su propio beneficio. No es por eso que Dios se hizo humano. Esta no es la razón por la que Jesús fue enviado. Justo lo contrario; no vino para salvarse, sino para salvar a otros. Nosotros también recibimos el Espíritu Santo. Nosotros también estamos llenos del Espíritu Santo. Por lo tanto, nosotros también podemos confiar en el Espíritu Santo, la presencia de Dios dentro de nosotros, para ayudarnos a resistir la tentación.
¿Cómo eres capaz de resistir la tentación?
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