A stone may not feel heavy when you pick it up. But a stone is not a pebble. Many stones can do damage, especially when hurled in self-righteous anger. Perhaps the accusers justified it as an act of the faithful community, standing up together for the Law of Moses, bringing down God's wrath upon an adulteress. Then they took her to Jesus. They had been looking for a way to trap him. He just looked at them, saying nothing. Then he dropped down. You couldn't tell whether he was writing, drawing, or stalling for time to think of something to say. Later, some said Jesus had tricked them. Others were silent. A few thought Jesus was praying. Where else could his words have come from, redirecting their gaze from the woman to themselves, causing hands to drop stones and feet to move off. His words continue to address us, when we are about to cast stones of condemnation at another: "Let the one among you who is without sin…" (John 8:7). But do not forget Jesus' final words to the woman, also meant for us: Go and sin no more.
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Una piedra puede sentirse liviana al cogerla. Sin embargo, una "PIEDRA" no es una "piedrita" de las que se lanza al agua. Muchas piedras pueden hacer daño, especialmente cuando se lanzan con ira. Tal vez los acusadores de la mujer en el evangelio de hoy, lo justificaban como un acto de fe, promulgado en la Ley de Moisés, haciendo caer la ira de Dios sobre una adúltera. Luego la llevaron a Jesús. Habían estado buscando una manera de atraparlo. Él los miró, sin decir nada, luego se agachó. No se podía decir si estaba escribiendo, dibujando o matando el tiempo para pensar en algo que decir. Más tarde, algunos dijeron que Jesús les había puesto una trampa. Otros estaban en silencio. Algunos pensaban que Jesús estaba orando. ¿De dónde procedían sus palabras? Reorientando la mirada de la mujer hacia ellos mismos, Jesús hizo que las piedras se cayeran de las manos y los pies los hicieran alejarse. Sus palabras siguen dirigiéndose a nosotros, cuando estamos a punto de tirar la primera piedra para condenar a otro: "Aquel de ustedes que no tenga pecado..." (Juan 8:7). Pero no nos olvidemos de las palabras finales de Jesús a la mujer, también son para nosotros: Vete y no vuelvas a pecar.
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