You may not have realized it last week, but Easter Gospel did not feature the risen Lord. Last week, the disciples were afraid and disturbed when they saw the empty tomb. They could not comprehend what had happened. They did not understand “rising from the dead.” The crucifixion they’d understood. They had witnessed it. But no one had seen the burial cloths thrown off. No one had seen the stone rolled away. No one had seen Jesus emerge. No one had seen the risen Christ. Until now. Now Jesus came into their midst, brought the Holy Spirit, and commissioned them to preach the Good News. Now, once again, they can be witnesses. Now their testimony can tell the whole story. The Messiah’s life did not end in an ignominious death. It did not end at all. Now they can testify that Jesus joined them whenever they gathered together. Now they can witness to the Holy Spirit, whom he’d promised before he died. This community of believers, once barricaded behind locked doors, has been transformed to one that grew as it preached the Good News and lived “of one heart and mind” (Acts 4:32).
Can you be a witness as well, through the eyes of faith?
Puede que no te hayas dado cuenta la semana pasada, pero el Evangelio de Pascua no incluyó al Señor resucitado. La semana pasada, los discípulos estaban asustados y perturbados cuando vieron la tumba vacía. No podían comprender lo que había sucedido. No entendían lo que era “resucitar entre los muertos”. Si entendían la crucifixión, pues la habían presenciado. Pero nadie había visto los paños fúnebres arrojados. Nadie había visto la piedra rodada. Nadie había visto a Jesús emerger. Nadie había visto a Cristo resucitado. Hasta ahora. Ahora Jesús entró en medio de ellos, trajo el Espíritu Santo y los comisionó para que predicaran las Buenas Nuevas. Ahora, una vez más, pueden ser testigos. Ahora su testimonio puede contar toda la historia. La vida del Mesías no terminó en una muerte ignominiosa. No terminó en absoluto. Ahora podían testificar de que Jesús esta con ellos cada vez que se juntan. Ahora podían dar testimonio del Espíritu Santo, a quien les había prometido antes de morir. Esta comunidad de creyentes, una vez atrincherada a puertas cerradas, se transformó en una que creció mientras predicaba las Buenas Nuevas y vivió “de un solo corazón y una sola alma” (Hechos 4:32).
¿Puedes ser un testigo también, a través de los ojos de la fe?
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