Many of us wince to see Jesus’ disciples sit down to a meal without washing their hands first. But Mark did not include this vignette in his Gospel to show that Jesus taught bad hygiene. No, Jesus is teaching the difference between God’s commands and human traditions. The religious authorities taught that washing one’s hands before eating was a matter of ritual purity, but that mattered not a whit to Jesus. Recall that in the story of the good Samaritan, the priest and the Levite sinned when they chose safeguarding their ritual purity over assisting the stranger in need. Ritual and tradition are important, certainly, but God’s law is supreme. This is what Moses taught, proclaiming that no human law could be as just or wise as God’s. Jesus adds to this by identifying the human heart, not dirty hands, as the source of the evils that defile. We are to look into our hearts for sins and failings, not judge the actions of others. Let us heed James’ words in the second reading: Caring for those in need can keep us undefiled before God.
What attitude in your heart leads you to sin or prevents you from doing good?
Muchos de nosotros nos estremecemos al ver a los discípulos de Jesús sentarse a comer sin lavarse las manos primero. Pero Marcos no incluyó esta viñeta en su Evangelio para mostrar que Jesús enseñaba una mala higiene. No, Jesús está enseñando la diferencia entre los mandamientos de Dios y las tradiciones humanas. Las autoridades religiosas enseñaban que lavarse las manos antes de comer era una cuestión de pureza ritual, pero eso no le importaba en absoluto a Jesús. Recordemos que en la historia del buen samaritano, el sacerdote y el levita pecaron cuando eligieron salvaguardar su pureza ritual en lugar de ayudar al extraño necesitado. El ritual y la tradición son importantes, sin duda, pero la ley de Dios es suprema. Esto es lo que enseñó Moisés, proclamando que ninguna ley humana podría ser tan justa o sabia como la de Dios. Jesús añade a esto identificando el corazón humano, no las manos sucias, como la fuente de los males que contaminan. Debemos mirar dentro de nuestro corazón en busca de pecados y fallas, no juzgar las acciones de los demás. Prestemos atención a las palabras de Santiago en la segunda lectura: Cuidar a los necesitados puede mantenernos puros ante Dios.
¿Qué actitud de tu corazón te lleva a pecar o te impide hacer el bien?
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